lunes, 17 de octubre de 2011

Segunda página

Para mí, las experiencias más dolorosas, son las experiencias más ricas. De ellas son mis anécdotas más ciertas, gracias a ellas soy quien soy (¿ o debería decir, lamentablemente por ellas soy quien soy ?). Aún me pregunto y creo que por mucho tiempo más me seguiré preguntando: ¿Soy realmente lo que he querido ser? , ¿Cuál es ese modelo a seguir? , ¿Qué es lo que quiero ser? ,  ¿ Seguiré vivo ?, ¿ O alguna enfermedad venérea consumirá mi ser y veré anulado perpetuamente todo sueño o meta a lograr ? Obviamente no daré una respuesta, pues lo más lógico, viéndome desde una perspectiva sexual y similar al resto de gays, terminaré chequeando mi salud por el temor de haber contraído VIH o cualquiera otra pendejada venenosa y mortal. Nuevamente, tengo 17 años, aún no soy un profesional, estudio para serlo, no sé qué pero estudio. Sigo viviendo con mis padres y para mí, ir a la mejor discoteca gay de Lima es como asistir estúpidamente los domingos por las mañanas a misa. Pobres hipócritas, creen que ahora, yendo a la casa de Dios, podrán ser perdonados por todos los pecados que han cometido durante toda su pecaminosa vida. Por eso no voy, porque para arrepentirse no se necesita ir a la iglesia, no se necesita llorar o hacer falsos juramentos, se necesita ser sincero consigo mismo y CAMBIAR. Cambiar para bien, decirle al alma que necesitamos el cambio para salirnos de todo la mierda que nos rodea. Eso es amarse, eso es amar a Dios, amar la vida que nos ha dado y que nos quitará cuando él decida hacerlo. Soy un joven agraciado, al menos eso me hacen creer los espejos sucios, los flashes y las cámaras sin zoom y de baja resolución, que tiene uno de los historiales sexuales más conocidos que jamás se hayan oído, más conocidos que la Av. Arequipa, más conocido que el último miembro viril que conocí. Mi historial sexual es muy similar al resto, claro, excluyendo a quienes por el momento no deseo mencionar porque sé con toda seguridad que no se han si quiera conocido.

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